Sor. Nadieska Almeida: «Cuba es una nación que se seca, más allá de los fuegos forestales»

La monja cubana Sor. Nadieska Almeida comparó la sequía que se vive hoy en la Isla con otra realidad, más allá de los fuegos forestales.

Por estos días son comunes las noticias de incendios al oriente y occidente del país, muchos intencionados, otros no tanto.

Nunca antes había experimentado de cerca la sequía natural, ver cómo los árboles se van secando, pierden las hojas, al menos así lo veo en mi hoy, son portadores de una tristeza que a su vez contagia a quien se detiene a mirarlos. La resequedad de la tierra, que se va agrietando y el polvo que se va levantando, sacudido por los aires cuaresmales, que en verdad no ayudan a dejar una floración de algún frutal…

Para Almeida, religiosa de Las Hijas de la Caridad, no solo preocupa y entristece la sequía natural, que tanto repercute en la cosechas de los campesinos.

«Cuba, una nación que se seca…», así tituló su conmovedor texto, que es un reflejo de lo que se vive en la actualidad.

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La monja cubana lamentó que muchos terrenos cultivados terminan reducidos a cenizas y dañan la tierra una vez más.

«Junto con ese daño también está el miedo de las gentes que viven en ella; puedo decir que vivimos con el susto de perder no solamente los bienes materiales, sino la propia vida», posteó.

La agencia estatal Prensa Latina publicó una nota el pasado 12 de marzo donde culpa a la sequía de la aparición de incendios forestales.

La nota mencionó un megaincendio ocurrido en Pinares de Mayarí y otros dos en las localidades de El Prado y en las cercanías de Guamuta, en el municipio de Cueto.

«El teniente coronel Juan Carlos Calderón, jefe de Guardabosques aquí, precisó que en Holguín, a unos 700 kilómetros de La Habana, en que lo va de año se han registrado más de 35 incendios forestales y unos 13 por otras causas; cifra superior a la media provincial, con respecto al año 2022», añade el reporte.

Esto es un signo del mal trabajo de prevención contra incendios y la negligencia que se reitera, con peligro para la vida de los propios pobladores.

Junto a eso que ya se vuelve casi normal, es desolador el panorama cuando vas atravesando la carretera y lo que encuentras a tu paso es lo mismo: fuego, sequía, animales muertos de hambre y gente profundamente triste ante tanta pérdida visible, tangible, que sigue empobreciendo y hundiéndonos en la desesperanza que parece haber llegado para quedarse como un huésped permanente que hace sombra en los rostros de tantos.

A Cuba se le está secando el corazón, se le ha secado la alegría y también la esperanza…

El texto de la Superiora de la Comunidad Madruga-Matanzas no se queda en la superficie y va más allá de la exposición y descripción de un fenómeno natural.

Sor. Nadieska Almeida, autora de otros textos críticos al régimen castrista, reflexiona también sobre otra sequía, la sequía de Cuba como nación.

«Como tantas veces, mi reflexión parte desde lo que es crucial para nosotros, albergo dolorosamente en mi alma y sigo contemplando una nación que se seca, más allá de los fuegos forestales que se van extendiendo por toda la isla, y cuando crees que ya llegó el final, surge con un golpe de brisa o la oleada de hojas secas… de igual manera a Cuba se le está secando el corazón, se le ha secado la alegría y también la esperanza…»

La comparación es evidente: el verdor que hemos perdido en nuestros campos, cañaverales, parcelas y conucos, también ha de ser rescatado en nuestro interior.

Almeida, y su vocación al servicio, alberga la esperanza de que la alegría del pueblo cubano «le será devuelta en algún momento no lejano» y podamos contemplar y disfrutar con nuestros propios ojos «lo que Dios soñó para nosotros… «

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Después de 1959 y con el establecimiento de un sistema político, económico y social satélite del comunismo ruso, Cuba pasó de ser una nación próspera a un país mendigo, dependiente de regalías y trueques varios.

El castrismo nacionalizó la educación, las telecomunicaciones, el transporte, la salud pública y el Estado (Fallido) quiso encargarse de todo, para no garantizar absolutamente nada.

A eso hace referencia en su escrito, donde cita a la poetisa cubana Dulce María Loynaz, quien definió a Cuba como «bella» y «grácil», esbelta y liberada de toda opresión, orgullosa por su belleza natural y bendecida como la «novia de Colón, la benjamina bien amada, el paraíso encontrado…»

La caricatura reduccionista de Cuba, plasmada en videoclips, canciones y postales, dista mucho de lo que vive el cubano de a pie, quien espera una verdadera prosperidad, a ratos inalcanzable.

«Que no pedimos nada que no nos merezcamos, que lo que pedimos es incluso la libertad de crear, de pensar, de prosperar por nuestras propias manos», agrega el post de Sor. Nadieska, compartido por la plataforma Areópago Cubano: Pensamiento Social de Inspiración Cristiana.

«… que deje de existir la experiencia de sentirnos mendigos, con el eterno modo de decir: Nos dan, NO, nos venden y sabemos que ni alcanza, ya basta, ya es suficiente, si en algún momento había que pagar una cuota de dolor, si este pueblo debía algo, lo cual no creo; pero si lo debía ya lo ha pagado con creces, ya es suficiente; es muy doloroso escuchar tanto llanto, sostener tantas soledades, ver derramar lágrimas de desesperación y ayudar a encontrar sentido para permanecer a aquellos que lo hacemos por opción y a los que no tienen quien los ayude a emigrar… basta, basta, basta, no es justo, es inaceptable seguir viviendo así.»

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Kike Perdomo

Periodista / Fundador, Director, CEO en Cuba Trendings / Radialista y autor del podcast sobre Libertad Religiosa en Cuba. Jn 8,32